Un arte para relacionarnos con otros, con lo místico, con nosotros mismos
9 ENERO 2021, ANAKARINA FAJARDO D’ALPAOS
Edgar Degas, Bailarinas practicando en la barra
Las historias de la evolución humana y la dancística van de la mano, pues la antigüedad de los principios de la danza es una consecuencia de la necesidad intrínseca que tenemos los hombres de relacionarnos, a través de alguna vía, con otros, con lo místico, con nosotros mismos.
Desde el inicio de los tiempos, las personas comunicamos verbal y corporalmente nuestros sentimientos y estados de ánimo; de hecho, los primeros movimientos rítmicos servían para celebrar acontecimientos importantes como nacimientos, defunciones y bodas, ya que, al comienzo, la danza promovía el componente ritual alrededor de ceremonias de fecundidad, caza o guerra, donde la respiración y los latidos del corazón constituían las cadencias que guiaban estos bailes.
Al igual que otras vías de expresión artística como la escénica o la plástica, cuyos orígenes cronológicos son, considerablemente, inexactos, la danza se ha ido transformando y adaptándose a épocas y espacios. Por consiguiente, tal proceso nos ha dejado, sobre este arte, toda una lista de anécdotas y curiosidades que, al igual que el paso de las décadas, va in crescendo.
La danza fue el único arte moderno que Hitler no prohibió durante la Segunda Guerra Mundial.
El rey de Francia, Luis XIV, conocido como el «Rey Sol», fue un gran impulsor de la danza y el promotor de la primera academia profesional de este arte: la Académie Royale de Danse. Registrada en 1661, era una asociación de trece expertos de baile cuyo propósito, de acuerdo con los mandatos del rey, era «restaurar el arte de la danza a su perfección original y mejorarlo tanto como sea posible». Junto con otras instituciones reales, dejó de existir con el final de la monarquía en 1789, pero la compañía de ópera y ballet sobrevivió y, hoy por hoy, es conocida como la Ópera Nacional de París.
Dos de los ballets más populares en todo el mundo provienen de cuentos infantiles: «La bella durmiente» y «El Cascanueces», escrito, este último, por Ernst Theodor Amadeus Hoffmann en 1816.
Las zapatillas de las bailarinas clásicas se llaman, coloquialmente, «puntas». Algunas pueden ajustarse de 2,900 maneras diferentes para adaptarse a los pies de las bailarinas.
El origen del tutú se remonta a 1832 en la premier de La Sílfide en la Ópera de París, cuando la bailarina sueca, Marie Taglioni, no solo utilizó, por primera vez, zapatillas de puntas, sino, además, un traje de falda larga y vaporosa que mostraba los tobillos.
El 26 de julio es una fecha supersticiosa para los amantes de la danza, pues ese día, en 1862, Emma Livry, una de las últimas bailarinas de la era del ballet romántico y una protegida de Marie Taglioni, murió por complicaciones después de haber sufrido heridas a raíz de un incendio en el que se quemó su vestuario.
Cada vez que un bailarín salta en punta, soporta tres veces el peso del cuerpo con el borde de sus dedos.
Con una clase de ballet se pueden perder hasta 250 calorías, dependiendo del bailarín. Esto equivale, aproximadamente, a 90 minutos de fútbol o a correr 30 kilómetros.
En sumatoria, un bailarín puede llegar a levantar más de una tonelada y media de peso entre todas las bailarinas durante una función.
Algún bailarín prodigiosamente dotado para la danza puede desafiar la gravedad cerca de los tres metros de altura, como el ucraniano, Vaslav Nijinsky, con sus legendarios saltos.
La danza y, más puntualmente, la samba, es un excelente entrenamiento para futbolistas. Según el doctor Tomoyuki Yamamoto y su equipo de investigación del Instituto Avanzado de Ciencia y Tecnología, «bailar y ejercitar las caderas es esencial para mejorar la movilidad del resto del cuerpo». Por ello, decidieron incluir este baile en los entrenamientos de un equipo de fútbol.
Estos son solo algunos de los datos curiosos que contempla la historia de la danza; no obstante, la realidad es que cada bailarín, compañía y teatro reúne y continuará reuniendo valiosos momentos a partir de su experiencia con el hermoso arte de la comunicación corporal, recuerdos que, sin duda, enriquecen el proceso de transformación y adaptación del baile a épocas y espacios.
Marie Taglioni, máxima estrella del ballet romántico. Fotos superiores.
A los bailarines (hombres y mujeres) jóvenes les está restringido el uso de zapatillas de ballet hasta que se osifiquen sus huesos y sus músculos sean suficientemente fuertes para poder bailar en punta
Marie Taglioni creó un delicado nuevo estilo, caracterizado por saltos flotantes y posturas equilibradas
Muchas escuelas de ballet exigen por lo menos cinco años de entrenamiento antes de permitir que sus bailarines utilicen las puntas
El objetivo de las zapatillas de puntas es proporcionar una apariencia ligera y estilizada a la bailarina durante la representación, para que parezca levitar sobre el suelo
Emma Livry, una de las últimas bailarinas de la era del ballet romántico. Foto de abajo
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