Roland Petit Documental 1

El genial y famoso coreógrafo  francés Roland Petit relata su vida en la danza.


FIGURAS DEL NEOCLASICISMO


Serge Lifar  


Uno de los más famosos y grandes bailarines de ballet y coreógrafos del siglo XX

Coreógrafo, bailarín, maestro e investigador del ballet clásico

Kiev, 1905- Lausanne, 1986


Pieza clave de la historia de la danza clásica, se presenta Serge Lifar como brillante bailarín y prolífico coreógrafo. Desarrolló su carrera al lado de los grandes, y Vaslav Nijinsky aparece como primer maestro. Diaguilev y sus Ballets Rusos, protagonizaron la carrera artística de Lifar durante su estancia en París, en la década de los 20. Allí estrenó el creador ruso su primera obra, Renard (1929) y destacó como bailarín principal. Tras la muerte de Diaguilev, ingresó Lifar en el Ballet de la Ópera de París, iniciándose así una relación, que de manera intermitente duró hasta la década de los sesenta. Director también durante unos años de Los Ballets Rusos de Monte Carlo, destacó Lifar por su profunda inquietud hacia la danza y su educación. La creación del Instituto Coreográfico de la Ópera (1947) y de la Universidad de la Danza (1957), y la publicación de su libro Manifeste du choréographe, algunas muestras de ello. Inagotable creador, contiene Lifar una fértil creación artística conformada por más de 200 obras. Ballet narrativos como Mirages (1944) y Drama per musica (1946), obras sin argumento como Suite en blanc (1943) y Variations (1953) y autobiográficas como Mavie (1965). Es Ícaro, su montaje más conocido y predominante. Estrenado en 1935 con música de J.E. Szyfer y decorados de Paul Larthe, volvió a representarse en 1962, con escenografía de Picasso, de quien Lifar era gran amigo y ahijado. Influyente maestro de ballet, contribuyó Serge Lifar a la renovación de la escuela francesa.


Serge Lifar fascinó al público y fue partícipe de un momento clave de la creación artística, llegando a colaborar con artistas como Picasso, Bakst, Chanel y Cocteau. Su técnica y su creatividad revolucionaron el ballet y dieron lugar a una nueva estética «neoclásica». Explora su vida y obra de la mano de sus biógrafos franceses Jean-Pierre Pastori y Florence Poudru, con testimonios de estrellas del ballet como Charles Jude, Claude Bessy, Attilio Labis, Gilbert Meyer y Cyril Atanassoff, así como con imágenes de archivo nunca antes vistas y extractos de sus más bellas creaciones.


Lifar, uno de los más famosos y grandes bailarines de ballet y coreógrafos del siglo XX.


Ferozmente ambicioso, con una habilidad que buscaba explotar cada oportunidad que venía a su camino, utilizó sus extraordinarias miradas y su carismática personalidad para atraer la atención de poderosos partidarios tales como Serguei Diaghilev, Misia Sert y Coco Chanel.


Considerado a menudo, sin embargo, como un coreógrafo derivativo y bailarín «menos que estelar» por muchos de sus detractores, demostró el talento que poseyó en una carrera que sobrepasó toda competencia.


Serge Lifar saltó a las filas de los principales bailarines de ballet y de los coreógrafos internacionales del siglo XX.


Nació en Kiev, Ucrania, el futuro bailarín parecía saber desde temprana edad que si la puerta delantera del palacio le fuese cerrada de golpe en su cara, podría encontrar otras entradas que le dieran la bienvenida.


En Kiev a los 15 años, fue rechazado por Bronislava Nijinska como estudiante en su escuela del ballet pero persistió en su sueño para hacerse bailarín: se alistó en el Ballet de la ópera de Kiev donde Nijinska también enseñaba.


En 1923, Serguei Diaghilev pidió a Nijinska que convocase a sus cinco mejores estudiantes masculinos de Kiev para formar los Ballets Rusos. A última hora uno de las cinco opciones de Nijinska no pudo hacer el viaje, y Lifar fue llamado a completar el quinteto. Pese a la falta de entusiasmo de Nijinska por Lifar, o Diaghilev quedó perdidamente enamorado de sus dieciocho años o Lifar se aseguró que su jefe no pudiera dejar sus ojos de él.



Los Ballets Russes de Diaghilev y Serge Lifar


La persistencia, el encanto y la manipulación de Lifar le dio frutos antes de 1924, cuando, siguiendo un curso privado particular por el renombrado maestro de ballet Cecchetti, fue alistado como el último de los «favoritos» de Diaghilev (uniéndose a la larga lista y distinguida de sus bailarines y amantes entre los que están Vaslav Nijinsky, Léonide Massine y Anton Dolin, entre otros).


Consecuentemente, fue escogido para roles que llamaron la atención y fue preparado como primer bailarín y coreógrafo.


A pesar de los descontentos en la compañía, Lifar tuvo triunfos muy reales en «Zephyr et Flore» de Leonide Massine (1924) y «La Chatte» (1926) de George Balanchine. Llegada la aclamación, Lifar siguió escalando tanto que incluso el devorador de su mundo Diaghilev se exasperó por su ambición y su auto-promoción extremas. En ese momento, sin embargo, Lifar era imprescindible como estrella y la única opción para los papeles como Apolo en «Apollon musagète», sobre una historia creada por Balanchine (1928) y el papel titular en «El hijo pródigo» también de Balanchine (1929).


El primer ballet propio de Lifar, «Renard» (1929, con música de Igor Stravinski), aunque enérgico y atlético, no demostró ser una obra maestra. Sin embargo, en sus últimos trabajos demostró que había aprendido mucho de Diaghilev, de Balanchine y de Stravinski.


Después de la muerte de Diaghilev en agosto de 1929, con los Ballets Rusos en desorden, Lifar no estaba para perder tanto tiempo.


Jacques Rouché del Ballet de la Ópera de París lo invitó a estelarizar una producción en la tradición de Diaghilev que fue coreografiada por Balanchine. Como la suerte lo dispuso, Balanchine, enfermo de tuberculosis, tuvo que retirarse del proyecto. Avanzando para ocupar los pies de Balanchine, Lifar se estableció a sí mismo con autoridad como coreógrafo y bailarín estrella en la premier de «Prométhée (coreografiado sobre música de Beethoven). Pronto fue contratado como maestro y director del ballet en el Ballet de la Ópera de París, donde permaneció en el cargo, con una significativa interrupción, hasta 1957.


Durante su ocupación en la ópera de París, Lifar fue responsable de revivir el ballet en 1929, continuando la tradición de Diaghilev con las producciones clásicas de los Ballets Rusos, desarrollando una fuerte presencia entre los bailarines masculinos, y empleando a renombrados coreógrafos tales como Balanchine, Massine y Frederick Ashton.


En su autobiografía, Lifar dijo tímidamente que «La danza es mi amante» para evitar revelaciones mayúsculas sobre sus enredos románticos con hombres y mujeres influyentes. Pero esta declaración palidece al lado de las denuncias por la abierta socialización que hizo con el Alto Comando Alemán durante la ocupación de París en la Francia de Vichy por lo que fue relacionado en su trabajo como agente encubierto.


Aunque su acusación por colaboracionismo lo condenó a un «destierro de por vida» del Ballet de la Ópera de París en 1944, regresó a trabajar ahí antes de 1947.


A pesar de posteriores escándalos tales como su tempestuosa salida del Ballet de la Ópera en 1957, la talla de Lifar como fuerza importante en la danza internacional en directa relación con el gran Diaghilev continuó sin disminuir hasta su muerte en Lausana, Suiza el 15 de diciembre de 1986.


En el verano de 1994 en el escenario de la Ópera Nacional de Ucrania la Primera Competición Internacional de Ballet fue llevada a cabo y llamada después Serge Lifar.


La nueva competencia resultó ser única.



Antony Tudor


Londres, 1908-Nueva York, 1987. Creó un personal lenguaje dancístico en el que la tensión psicológica y gesto dramático de obras y personajes, manifestaban y exploraban el sufrimiento humano.


Tudor, Antony (1908-1987).

Bailarín, coreógrafo, maestro de ballet y director británico, nacido en Londres el 4 de abril de 1908 y muerto en Mueva York el 19 de abril de 1987, cuyo nombre original era William Cook.


Para quienes se preguntan si es posible comenzar una carrera profesional en el ballet no habiendo comenzado a temprana edad, Antony Tudor, tal y como Frederick Ashton, comenzó a estudiar ballet hasta la edad de 19 años y a pesar de esto logró una notable presencia en este mundo tan competido. Al igual que Ashton, Antony estudió y fue entrenado en la escuela de Rambert durante los años 30´s. Posteriormente comenzó a colocarse en grandes compañias como London Ballet, Royal Swedish Ballet, New York City Ballet y The Royal Ballet. Uno de sus trabajos de coreografía que más destacaron fue Lilac Garden, entre otros como Pillar of Fire y Echoing of Trumpets. 


En 1927 inició los estudios de danza con Marie Rambert, en cuya compañía debutó tres años más tarde. Estrenó papeles principales en los ballets: Le Cricket (1930), Le Boxing (1931) y Circus Wings (1935) de Susan Salaman, Unbowed (1932) de Sara Patrick y Alcina Suite (1934) y The Rape of the Lock (1935) de Andrée Howard. También estrenó la mayoría de sus propias coreografías creadas para esta compañía, entre las cuales destacaron Cross-Garter'd (Frescobaldi, 1931), Mr. Roll's Quadrille (música antigua, 1932), Lysistrata (Prokofiev, 1932), Adam and Eve (Lambert, 1932), Pavane pour une Infante Défunte (Ravel, 1933), Atalanta of the East (Szántó y Seelig, 1933), Paramour (Boyce, 1934), The Planets (Holst, 1934), The Descendent of Hebe (Bloch, 1935), Jardin aux Lilas (Chausson, 1936), Dark Elegies (Mahler, 1937) y Suite of Airs (Purcell, 1937).


En el verano del 37 abandonó el Ballet Rambert con la intención de formar su propio grupo y, tras una serie de recitales con Agnes de Mille en el Oxford Playhouse, estableció el London Ballet en diciembre de 1938, del que fue director y coreógrafo hasta 1940. Para esta compañía creó Gala Performance en 1938, con música de Prokofiev. Con el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, Tudor marchó a trabajar a Estados Unidos con el Ballet Theatre, mientras que el London Ballet quedaba bajo la dirección de Maude Lloyd y Peggy van Praagh, y se unía al Ballet Rambert en junio de 1940 para formar el Rambert-London Ballet, que existió hasta septiembre de 1941. Durante su etapa americana, que duró diez años, Antony Tudor fue coreógrafo residente del Ballet Theatre de Nueva York; de entre sus creaciones para este grupo cabe destacar las siguientes: Pillar of Fire (Schoenberg, 1942), Romeo y Julieta (Delius, 1943), en la que él mismo interpretó el papel de Teobaldo, Dim Lustre (Strauss, 1943), Undertow (Schuman, 1945), Shadow of the Wind (Mahler, 1948) y Nimbus (Gruenberg, 1950).


En 1950 pasó a dirigir la escuela del Metropolitan Opera Ballet y, dos años más tarde, en 1952, se convirtió en miembro del Departamento de Danza de la Juilliard School de Nueva York, cuya dirección asumió entre 1957 y 1963. Asimismo, fue coreógrafo invitado de diferentes compañías, para las cuales creó: Lady of the Camelias (Verdi, 1951) y La Gloire (Beethoven, 1952) para el New York City Ballet, Offenbach in the Underworld (Offenbach, 1954) para Ballet de Filadelfia, Shadowplay (Koechlin, 1967) y Knight Errant (Strauss, 1968) para el Royal Ballet y The Divine Horsemen (Egk, 1969) para el Australian Ballet. Dirigió el Real Ballet Sueco entre 1962 y 1964, y fue director asociado del American Ballet Theatre entre 1974 y 1977. Su última coreografía para esta compañía fue Tiller in the Fields (Dvorák, 1978).


Recibió la Medalla de Oro Carina Ari (1973), el Premio Dance Magazine (1974), el Premio Coronación Reina Isabel II de la Royal Academy of Dance (1985), la Medalla Handel de la Ciudad de Nueva York (1986) y el Premio Capezio (1987). Sus coreografías abordan diferentes aspectos de la psicología humana, desde el sufrimiento a las relaciones de pareja. La formación del Trust Tudor, encabezada por Jay Swanson y la antigua bailarina de Tudor Sally Brayley Bliss, ha asegurado el cuidado de su obra coreográfica en las reposiciones para distintas compañías.


Extraido https://www.mcnbiografias.com 




Jerome Robbins

Fuente: www.danzaballet.com


Jerome Rabinowitz, Nueva York, 11/10/1918 – 29/7/1998 coreógrafo de ballet, musicales y clásicos del cine es considerado el más grande creador de la danza estadounidense, una leyenda de Broadway. 


Es recordado como pieza fundamental en la historia de la comedia musical americana. Autor de montajes como West SideStory (1957) The King and I (1951) y Peter Pan (1954) entre muchos otros, se le adjudican calificativos como el de pionero en este género e incluso revolucionario del mismo.


Jerome Robbins (Nueva York 1918 – 1998) El último de los titanes del mundo de la danza.

7 marzo, 2007


Legendario coreógrafo de ballet, musicales y clásicos del cine es considerado el más grande creador de la danza estadounidense, una leyenda de Broadway. En 1940 se unió al American Ballet Theatre y dos años más tarde llegó a ser solista en esta compañía.


Coreógrafo y director teatral estadounidense cuyos ballets destacan por su gran sentido escénico y por la unión indisoluble entre el movimiento y la música.


Nació en Nueva York con el nombre de Jerome Rabinowitz y asistió a la Universidad de dicha ciudad antes de debutar como bailarín en los teatros de Broadway. Mas tarde comenzó su carrera bailando en comedias musicales en 1937 y se unió al Ballet Theatre en 1940. Se transformó en solista al año siguiente, uniéndose al New York City Ballet de George Balanchine en 1949. Su primer ballet, Fancy Free (1944), se expandió para convertirse en el musical cinematográfico «Un día en Nueva York».


A lo largo de su carrera creó más de 50 ballets, incluyendo Variaciones Goldberg, en 1971; Watermill, en 1972, y Brandenburg.

Robbins era director artístico asociado del New York City Ballet desde 1949. Robbins hizo la coreografía y dirigió éxitos de Broadway, entre los que se encuentran El Rey y yo (1950), Peter Pan (1954), Amor sin barreras (1957), Gypsy (1959) y El violinista en el tejado (1964). Ganó además dos premios Oscar por la versión cinematográfica de Amor sin barreras (1961), que codirigió con Robert Wise.


Fue la primera comedia musical que ganó el Oscar a la mejor película. El exitoso show de 1989, Jerome Robbins Broadway, fue una retrospectiva de varios de sus más conocidos números musicales. Un creador prolífico, Robbins también ganó la Medalla Nacional de las Artes, de la Asociación de Directores Cinematográficos, un premio Emmy por la versión en TV en 1955 de Peter Pan, además de varios premios teatrales Tony.


En 1958, formó la Lena Robbins Foundation para promocionar los trabajos de nuevos coreógrafos, y ese mismo año fundó su propia compañía, Ballets USA, para el Spoleto Festival. También fue miembro del Consejo Nacional de las Artes desde 1974 a 1980.


Creó una larga lista de coreografías para el American Ballet Theatre, el New York City Ballet y para su propia compañía, Ballets: USA (en activo entre 1958 y 1961). Algunas de estas obras son: Interplay (1945), Preludio a la siesta de un fauno (1953), Variaciones Goldberg (1971) y Glass Pieces (1983).


Murió en su hogar neoyorquino el 29 de junio de 1998, a los 79 años. Fue el último de los titanes del mundo de la danza.


West Side Story


Su éxito fabuloso en 1961 inundó las radios de todo el mundo con la partitura de Leonard Bernstein. Esta puesta al día del eterno tema de Romeo y Julieta, en la que Montescos y Capuletos son reemplazados por portorriqueños recién llegados y anglosajones hijos de emigrantes, adaptaba un éxito teatral dirigido y coreografiado por Jerome Robbins, director de la película junto a Robert Wise.


La trasposición a los suburbios de Nueva York no resultaba demasiado imaginativa. Incluso las secuencias argumentales debidas a Robert Wise son blandas y de una alarmante cursilería. Pero ‘West Side Story’ no ha pasado a la historia por su carácter de tragedia sentimental: las escenas de baile a cargo de Robbins resultan memorables por su brío y energía. En ellas reside tanto la originalidad como la clave del éxito del filme.


‘West Side Story’ obtuvo la friolera de diez Oscar, entre ellos los de mejor película, director y actores secundarios (Rita Moreno y George Chakiris); sólo en París permaneció cinco años consecutivos en el local de su estreno. A lo largo de sus 151 minutos se suceden asombrosas secuencias de baile acrobáticas todavía no superadas.


Puede que el tiempo no haya pasado en balde, acostumbrado como está el público actual al montaje frenético del ‘videoclip’. Sin embargo, bueno es recordar que, por primera vez en la historia del cine, en ‘West Side Story’ la cámara se lanzó a las calles de Nueva York en pos de bailarines en vaqueros.






Sir. Kenneth MacMillan

Por Fátima Nollén (Londres).


Danfermline (Escocia), 1929-Londres, 1992. ±Su legado es indiscutible. Estableció una nueva forma de crear ballets con un lenguaje sin tapujos y una exposición casi morbosa de situaciones reales que, hasta ese momento no se veían en un escenario: sexo, violaciones, suicidios, drogadicción, y todo el espectro de pasiones concomitantes.


Presentadas así en crudo, como en la vida misma. No le faltaron detractores, pero eso no lo disuadió. Siguió esa línea creativa, con la que tal vez se liberó de sus fantasmas de la infancia, mientras construís los más bellos pas de deuxdel siglo XX


Sir Kenneth MacMillan (1929-1992) el gran coreógrafo del ballet inglés

16 abril, 2007. Fuente: www.danzaballet.com


Kenneth MacMillan, el gran coreógrafo inglés, tuvo una muerte tan dramática como muchas de sus obras. Murió entre bambalinas, mientras se reponía «Mayerling», el 29 de octubre de 1992. Su legado es indiscutible. Estableció una nueva forma de crear ballets con un lenguaje sin tapujos y una exposición casi morbosa de situaciones reales que, hasta ese momento, no se veían en un escenario: sexo, violaciones, suicidios, drogadicción, y todo el espectro de pasiones concomitantes. Presentadas así, en crudo, como en la vida misma. No le faltaron detractores, pero eso no lo disuadió. Siguió esa línea creativa, con la que tal vez se liberó de sus fantasmas de la infancia, mientras construía los más bellos pas de deux del siglo XX.


Al morir, dejó los derechos de todas sus obras, unas sesenta, a su esposa, la pintora australiana Deborah MacMillan, quien vela celosamente por la precisión con que cada una se lleva a escena. «Estas producciones son enormes, y a veces, los diseños necesitan ajustes. Por otra parte, la profusión de personajes obliga a una supervisión del estilo y del espíritu de la obra», cuenta Lady MacMillan, y aclara que no toma las decisiones sola, ya que se lleva muy bien con la flamante directora del Royal Ballet, Monica Mason, quien trabajó muchos años junto a MacMillan.


«Es bueno estar en el ensayo, porque ella me puede preguntar qué opino de esto o aquello; si es correcto para nosotros», ejemplifica. El recibir la custodia de los derechos, no la tomó por sorpresa. Ella estuvo siempre involucrada en las producciones.


«Era Kenneth MacMillan y asociada, desde el segundo año de estar juntos. Me ocupaba de hacer los contratos, así que no fue un shock -recuerda-. En los últimos años de su vida (1986/87), cuando su salud ya estaba debilitada debido a un cáncer de garganta, comencé a representarlo en los estrenos, tal como ocurrió con ‘La Bella Durmiente’ con el American Ballet Theatre. También fui a Chicago, cuando estaba montando esta obra con Nicholas Georgiadis (diseños) y un equipo en el que participaba Monica Parker (notadora de sus ballets). Básicamente, lo representaba durante su ausencia por el tratamiento. Lentamente, él me fue involucrando en su trabajo porque no estaba bien.»


Lady MacMillan aclara que siempre sintió gran respeto por el trabajo profesional, por ello, independientemente de cuánto se vea involucrada en las obras, jamás lo vería desde el punto de vista del bailarín profesional. «No tengo esa preparación», enfatiza varias veces y aclara que su rol de custodio es asegurarse de que las personas correctas estén en esas posiciones profesionales, que siempre haya un muy buen «notador» que enseñe los pasos, y mientras sea posible, un productor para ayudar al «notador» con los bailarines, especialmente en lo referido a la interpretación del trabajo. «Me aseguro también, de que se contrate a los iluminadores apropiados. Dado que mi trabajo profesional son las artes visuales, es allí donde creo que tengo una opinión válida. Respecto de la precisión de los pasos, jamás interferiría.» Pero es verdad que tiene su opinión sobre si los pasos están siendo lo suficientemente bien bailados, pero lo comentará sólo con los profesionales a cargo de esos bailarines, porque considera que «no hay nada peor que los amateurs que, porque son apasionados por algo, sienten que pueden opinar como un profesional».


Deborah MacMillan, admite que se acercó al ballet como una entusiasta recién a los 20 años y no se podría comparar con quienes empezaron a entrenar a los diez años. Considera inconcebible marcarle los errores o defectos a una bailarina. Aun más, aunque conoce todos los pasos, desconoce sus nombres. Como ella define, siempre fue consciente de ser una «venida de afuera en un mundo de alto nivel profesional.»


El poder de esta mujer es tal, que puede retirar una obra del escenario. Durante el breve período en que Ross Stretton dirigió el Royal Ballet, llegó a amenazar con quitarles el derecho de representar las obras de MacMillan, si no se deshacían de él. Claro, hubo otras cuestiones, pero el directorio de la Royal Opera House, tembló de sólo pensar en la posibilidad de que obras que fueron parte de su marca registrada, como «Romeo y Julieta», «Manon», «Mayerling», «Judas Tree», «Song of the Earth», «Winter Dreams», entre otras, desaparecerían de su repertorio.


«Sería muy estúpida si no sintiera miedo de este poder. Cualquiera que trabaje en las artes del teatro, si no siente ansiedad, terror y aprehensión, jamás podrá brindar algo bueno, no importa qué lugar ocupe. Pero por otro lado, tengo un enorme grupo de apoyo que me dice que no tenga miedo de preguntar la opinión de otros. Y lo que aprendí de este mundo es único, como el hecho de que, a pesar de lidiar con egos enormes, es increíblemente generoso a la vez. Una mezcla extraña de competitividad y altruismo. Y el mejor ejemplo es cuando se ve a alguien sobre quien se ha creado un rol, pasar ese rol a otra generación junto con toda la información íntima y relevante de ese personaje, con la intención de que sea interpretado igual o mejor todavía. Es conmovedor ver que crecieron con la idea de que se aprende algo para pasarlo alguna vez. Como si heredaran algo, pero en vez de poseerlo, son sólo guardianes de los pasos.»


Un perfil para el recuerdo


¿Cómo era este escocés que quedó huérfano de madre a los 11 años, comenzó a estudiar ballet gracias a una beca, y que logró desarrollar su creatividad bajo el ala protectora de Ninette de Valois? ¿Cuál era su espíritu y su comportamiento a la hora de crear las obras que hoy, cientos de bailarines desean interpretar?


«Kenneth era muy interesante -confiesa quien fue su compañera durante 20 años-. Era como un canal a través del cual las cosas surgían. No era particularmente analítico o capaz de verbalizar lo que estaba haciendo, y eso lo ponía muy nervioso, porque cada vez que trabajaba en una nueva obra parecía estar aterrorizado, en el sentido de que consideraba lo que hacía como un rompecabezas gigante para el cual tenía que encontrar las piezas. Como si de algún modo se encontrara frente a algo que ya existía, pero que estaba desordenado. Y su misión era organizarlo. Kenneth era un hombre obsesivo, y altamente motivado como todos los grandes artistas, a veces, en detrimento de sus relaciones personales porque produce una personalidad muy focalizada en su interés. A veces era un hombre muy gracioso, era divertido estar a su lado y siempre sorprendente. Creo que él se veía a sí mismo como un hombre de teatro. Se irritaba con los constreñimientos de la danza que otra gente le imponía y él lo evitaba. La gente acostumbraba decir que era un hombre muy tímido, que no hablaba. Pero yo creo que su lenguaje era justamente ése. Él hablaba en voz alta a través de sus coreografías y tal vez no estaba preparado para abrir la boca y decir las mismas cosas.»


«También creo que tuvo mucho coraje a pesar de la enorme cantidad de críticas. Cuando recién comenzó como coreógrafo, el ballet clásico en Inglaterra, como una forma de arte establecida, estaba en su infancia. Es decir, había habido grandes bailarinas clásicas, muchas de ellas venidas del grupo de Diaghilev, pero fue a De Valois a quien se le ocurrió por primera vez organizar una compañía nacional con apoyo y protección.


Kenneth comenzó a cuestionar esto y se asustaron. Lo interesante es que, así y todo, tuvo la posibilidad de desarrollarse en un ambiente muy discreto y protector. En cambio, los coreógrafos de hoy, a pesar de ser aceptadas sus propuestas más fácilmente, están obligados a tener éxito rápido, los presupuestos son enormes, por lo que casi no se les permite la experimentación sin justificar el presupuesto.»


A pesar de ser tan audaz en sus creaciones y en el lenguaje, MacMillan dejó de bailar porque repentinamente comenzó a tener miedo de enfrentar al público desde el escenario. «Por esos extraños misterios de la psiquis, sin embargo, continuó con su trabajo, sin saber muy bien qué buscaba, hasta que el trabajo estaba finalizado», relata Deborah, quien considera que sus miedos estaban relacionados con su sufrida infancia.


A la hora de crear un nuevo ballet, MacMillan siempre puso el énfasis en la gente, en las relaciones personales. Era un apasionado por el cine y siempre intentó que sus ballets se movieran en forma continuada como en un film. Flashbacks y proyecciones en el tiempo, forman parte de la estructura de sus coreografías. «La intención era que la audiencia aceptara abrir su mente mientras estaban sentados mirando una producción -comenta-. La propuesta era jugar con escalas, tiempo real y teatral, y caracterizaciones, al igual que en las películas.


Hoy, el público ya no tiene más inconvenientes con eso. Kenneth siempre decía que sus ballets eran ‘un contrato con el público: yo voy a hacer esto y ustedes van a tener que prestar atención y entrar en esta experiencia’. Lo cual significa tener muy en cuenta al público y, sin subestimarlo, pensar que tal vez no van a entender algo. El objetivo era incomodar al público, hacerlo pensar. MacMillan reforzó el poder del ballet clásico y de su lenguaje, lo rescató de una perfección cristalizada para poder decir con él todo tipo de cosas.»


Un estilo que continuará


Los derechos de sus obras pasarán, en el futuro, a la hija de ambos, Charlotte, quien es fotógrafa y creció rodeada por el mundo de la danza creado por su célebre padre. Hace tiempo que va a los ensayos y se involucra con los diferentes aspectos del legado. Con la intención de perpetuar la pureza del estilo, muchos bailarines del Royal Ballet comenzaron a tomar cursos de entrenamiento en producción y notación para continuar con la labor de quienes actualmente cubren esas tareas, a fin de resguardar la tradición de estos ballets.


No cualquier compañía de ballet puede adquirir los derechos de las obras de MacMillan, por el sólo hecho de pagar una cierta suma de dinero. En general, Monica Parker or Julie Lincoln (notadoras), son las encargadas de estudiar si sus huestes están capacitadas para asumir la producción, luego de que la compañía demuestra el interés. Y tal vez consideren que en vez de un ballet, pueden hacer otro de mejor manera. Lady MacMillan confía en su criterio para aprobar la extensión de una licencia por 3 años. Todos estos contratos son revisados permanentemente.


Mientras tanto, una biografía de Kenneth MacMillan está en proceso de publicación para el año próximo, a cargo de la periodista Jan Parry del diario The Observer.


Entre los primeros bailarines del Royal Ballet, tal vez dos figuras resultan hoy un modelo para el público británico: los ingleses Darcey Bussell y Jonathan Cope.

Desde muy jóvenes integraron la compañía, Bussel en 1988 y Cope en 1982. Ambos de siluetas altas y estilizadas, tuvieron el privilegio de trabajar varios años con Kenneth MacMillan, quien creó roles para ellos.


Danza: ¿De qué manera, trabajar con MacMillan, cambió sus vidas a nivel profesional?

Darcey Bussell: Kenneth me empujó a la vista del público muy temprano en mi carrera, lo que fue una oportunidad increíble para mí. Al trabajar con él experimenté todo tipo de sentimientos, ya que fue un período de transformación para mí que pasó del terror al regocijo.


Jonathan Cope: Siempre se interesó en pedirnos los pasos y movimientos que pudieran expandir o adaptar para concretar las ideas que tenía en su cabeza. De este modo, él siempre tenía el ingrediente único salido de cada bailarín, lo cual los hacía especiales. Aprendí rápidamente que los pasos eran sólo el comienzo.


D: ¿Qué aprendieron de él como bailarines?

DB: Cómo expresarme y cómo no reprimirme.

JC: Que todos sus ballets tienen una naturalidad que no se ve con frecuencia en los clásicos. Sus obras se apoyan sólidamente en la química entre los bailarines. No se necesita ser un gran técnico para aparecer fantástico en una pieza de MacMillan.


D: ¿Cuál es su «MacMillan» favorito o cuál de sus roles disfruta más?

DB: Tengo varios ballets favoritos, pero «Romeo y Julieta» y «Song of the Earth» son los más especiales.

JC: «Manon», «Mayerling», «Gloria», «Réquiem». Todos tienen una música maravillosa. Buena música y buena coreografía son mi combinación preferida.


D: ¿Cómo describiría la personalidad de MacMillan?

DB: Sutilmente manipulador, extremadamente inteligente, pero para nada arrogante.

JC: Extraño, depresivo por momentos. Perfeccionista. Miraba todo desde distintos ángulos para obtener la opinión de todos.


D: ¿Cuál considera que es su mejor legado al mundo de la danza?

DB: Todo su trabajo y su habilidad para escoger los repartos. Jamás olvidaré mi trabajo con Kenneth, fue una experiencia maravillosa.

JC: Su naturalidad para hablar coreográficamente.


Por Fátima Nollén (Londres) Fuente Danza Hoy.


Fátima Nollén

Es periodista y locutora. Estudió ballet y se graduó como Profesora Superior de Danzas. Dejó de bailar para dedicarse al periodismo en medios gráficos, radio y televisión. Escribió para publicaciones especializadas como la Revista Ballet y Magazine Danza &Ballet, de la que fue Jefa de Redacción y por la que recibió el «Premio al Merito Profissional» del concurso Bento em Danca en Brasil. Participó de la organización de concursos de danza en la Argentina y también fue jurado en el Festival de Danza de Joinville, Brasil, país donde residió cuatro años como corresponsal de la estación televisiva ATC de la Argentina. Desde allí comenzó a escribir para la revista BalletinDance, tarea que continuó desde Nueva York -donde trabajó como periodista de Radio Única-, y ahora desde Londres. En el 2002 se unió al equipo de DANZAHOY en Español como corresponsal en la capital del Reino Unido.





Roland Petit

Representante del ballet más clásico dentro del movimiento de la danza neoclásica, no quiso asentarse en un solo estilo de baile y se le sigue recordando hoy por sus eclécticas coreografías e interpretaciones.


Roland PETIT (1924-2011)

1 septiembre, 2009


ROLAND PETIT, una vida dedicada a la danza


En 1933 a la edad de 9 años, Roland Petit empieza sus estudios de ballet en la Escuela de Ballet de la Opera de Paris. En 1940 se incorpora al Cuerpo de baile, y baila en obras de Serge Lifar. En 1943, es nombrado Sujet y baila el rol de Carmelo en “L’Amour Sorcier”de Serge Lifar. A los 20 años decide dejar el Ballet de la Opera de Paris.


Con Janine Charrat, presenta su primera coreografía en Paris, “Les Soirees de la Danse”, en el Teatro Sarah Bernhardt. En 1945, con la ayuda financiera de su padre, Roland Petit funda Les Ballets des Champs Elysees y estrena las coreografías “Les Forains”, “Le Rendez-vous”, seguidas por “Le Jeune Homme et la Mort” con libreto de Jean Cocteau. Trabaja con Picasso, Brassai, Georges Wackhevitch, Jean Cocteau, Christian Dior, Jacques Prevert y compositores como Henri Sauguet o Joseph Kosma.


En 1948 deja Les Ballets des Champs Elysees para crear una nueva compañía, Les Ballets de Roland Petit. Esta compañía se estableció en el Teatre Marigny donde creó especialmente “Les Demoiselles de la Nuit” para Margot Fonteyn. En 1949 trabaja en el Royal Ballet de Londres con la creación “Carmen”, donde René Jeanmaire, su futura esposa, se convierte en Zizi, consiguiendo un éxito indescriptible y que perdura hasta nuestros días.


En 1951 se estrenan como parte del repertorio del American Ballet Theater, “Le Jeune Homme et la Mort” y “Les Demosielles de la Nuit” en el Metropolitan Opera House de Nueva York. Ese mismo año, otra vez en Londres, trabaja junto a Orson Welles que le escribe el guión del ballet “The Lady in the Ice” para el Royal Ballet. En 1954 una nueva carrera se abre para Roland Petit. Es invitado a Hollywood durante cuatro años, donde dirige los musicales “Hans Christian Andersen” con Zizi Jeanmaire y Dany Kaye, “Dady Long Legs” con Fred Astaire y Leslie Caron, y “Anything Goes” con Zizi Jeanmaire y Bing Crosby.


De vuelta a Francia, en 1960, adapta el musical americano al estilo francés en el Teatre Sarah Bernhart con “Les Ballets de Paris” un musical de Marcel Ayme con música de Guy Beart, y rueda la película “Black Tights” con Zizi Jeanmaire, Moira Shearer y Cyd Charisse.


En este mismo año, el Royal Ballet de Copenhague, incorpora “Carmen” al repertorio. Esta compañía realizará más de 500 representaciones de este ballet. En 1961, crea la revista musical “La Revue” con Zizi Jeanmaire vestida por Yves Saint Laurent, que luego diseñará la mayoría de los vestuarios de sus ballets, y que obtuvo un gran éxito en el Teatro L’Alhambra con el para siempre famoso “Mon Truc en Plumes”.


En 1965, después de muchas giras mundiales con les Ballets de Paris, Roland Petit vuelve al Ballet de la Opera de Paris para crear “Notre-Dame de Paris” con música de Maurice Jarre y vestuario de Yves Saint Laurent. De 1966 a 1969 crea y monta coreografías para el Royal Ballet de Londres para Rudolf Nureyev y Margot Fonteyn como “Carmen”, “Le Jeune Homme et la Mort”, “Estasi”, y “L’Eloge de la Folie”. En 1970 acepta la dirección artística del Ballet de la Opera de Paris, pero la deja a los 6 meses. Compra Le Casino de Paris y crea dos musicales “La Revue” y “Zizi Je T’Aime”.


En 1972, el acalde de Marsella, Gaston Defferre, le invita para crear el Ballet de Marsella, y la primera representación de la compañía tiene lugar en el Festival de Avignon de 1972 con el ballet “Allumez les Etoiles”. En 1981, el Ballet de Marsella se convierte en el Ballet Nacional de Marsella-Roland Petit, donde crea hasta 1998, ballets inolvidables como: “Pink Floyd Ballet”, “La Rose Malade”, “L’Arlesienne”, “Les Intermittences du Coeur”, “Coppelia”, “Casse Noisette”, “La Dame de Pique”, “Ma Pavlova”, “Tout Satie”, “Charlot Danse avec Nous”, “Le Guepard”, “Cheri”, “Le Lac des Cygnes et ses Malefices”.


Mientras tanto, Roland Petit, trabaja también como coreógrafo invitado en el Ballet de la Opera de París, el Ballet de la Scala de Milán, el American Ballet Theater con Baryshnikov, la Opera de Berlín, el Royal Ballet de Londres, y en el Royal Ballet de Dinamarca donde monta las diferentes producciones estrenadas en el Ballet Nacional de Marsella.


También continúa con sus espectáculos de music-hall en el Casino de París, “Zizi au Zenith” en 1977, “Zizi” en 1989, y sus pequeñas incursiones en el teatro con “Marcel et la Belle Excentrique” en 1992 y “La Voix Humaine” de Jean Cocteau en 1994. Después de 26 años trabajando como director del Ballet Nacional de Marsella, Roland Petit deja la compañía en 1998, y continúa su carrera como coreógrafo invitado.


En 1999 crea “Clavigo” para la Opera de París. En el año 2000 crea el music-hall “Zizi Jeanmaire” para la Opera de la Bastilla. En 2001 crea “Duke Ellington Ballet” para el Tokyo Asami Ballet en coproducción con el Teatro San Carlo de Nápoles y “La Dama de Picas” para el Bolshoi de Moscú. En 2002 crea el musical “Delits d’Ivresse” basado en las poesías de su hija Valentine Petit con música de Richard Galliano. También en 2002 monta una nueva versión de “La Chauve Souris” para el Tokyo Asami Ballet y la Sala de Milán. En 2003 monta “Notre-Dame de Paris” en el Bolshoi de Moscú, en la Scala de Milán, y en el Tokyo Asami Ballet. Recibe de manos del presidente Vladimir Putin el Premio del Estado Ruso.


En 2004, recibe del Ministerio de Cultura de Japón la Orden del Sol Naciente, y estrena la nueva versión de “Pink Floyd Ballet” con el Tokyo Asami Ballet. A finales de 2004 crea “Roland Petit: Raconte ou les Chemins de la Creation”, con sus diez bailarines estrellas y él mismo en escena para relatar su vida artística. En Marzo de 2005 monta “Ma Pavlova” en el Teatro San Carlo de Nápoles, y en Julio en la Opera de Paris monta “L’Arlesienne”, “Le Jeune Homme et la Mort” y “Carmen”.


Monta “L’Arlesienne”, “Le Jeune Homme et la Mort” y “Carmen” en el Ballet Nacional de China en Noviembre de 2005. Crea un nuevo teatro musical con niños, “Un Bon Petit Diable”, basado en la obra de la Marquesa de Segur, en el Teatro Jean Vilar de Suresnes en Diciembre de 2005. En 2006, con motivo del 60 aniversario de la creación de “Le Jeune Homme et La Mort”, los grandes teatros como el Bolshoi, La Scala de Milán, y el Royal Ballet de Londres, crean una nueva producción para este ballet.


En 2007 crea una nueva producción de “Proust ou Les Intermittences du Coeur” para la Opera de Paris. La obra está un mes en cartel con todas las entradas agotadas.


Fallece en Suiza el 10 de julio de 2011 a la edad de 87 años.


Ha recibido los siguientes honores de la República Francesa:


Chevalier des Arts et des Lettres

Chevalier de la Legion d’Honneur

Officier des Arts et des Lettres

Officier de l’Ordre National du Merite

Officier de la Legion d’Honneur

Commandeur de l’Ordre National du Merite































MAURICE BEJAR

"FUENTE: Texto extraído de www.mcnbiografias.com"


Bailarín, coreógrafo, escenógrafo y director de ballet y ópera francés nacido en Marsella el 1 de enero de 1927 y fallecido en Lausana, Suiza el 22 de noviembre de 2007, cuyo nombre original es Maurice Jean de Berger, hijo del filósofo Gaston Berger.


Comenzó sus estudios en Marsella, estudios que amplió en París y Londres con Madame Rousanne, Léo Staats, Lubov Egorova, Nora Kiss y Vera Volkova. Tras una breve estancia en el Teatro Municipal de Vichy en 1945, Béjart se unió a los Ballets de París de Roland Petit entre 1947 y 1949. Con ellos estrenó 'Adame Miroir (1948), de Janine Charrat. Entre 1949 y 1950 bailó con el International Ballet de Mona Inglesby, y entre 1950 y 1952 con el Real Ballet Sueco, donde estrenó Medea (1950) de Birgit Cullberg. En 1953 cofundó, con Jean Laurent, Les Ballets de l'Étoile, para los que coreografió: La Mégère Apprivoisée (Scarlatti, 1954), Symphonie Pour un Homme Seul (Henry y Schaeffer, 1955), su primer ballet con música concreta, Le Voyage au Coeur d'un Enfant (Henry, 1955) y Arcane I (Henry, 1955). En 1957, la compañía se transformó en el Ballet-Théâtre de París de Maurice Béjart, con las nuevas producciones: Sonate à Trois (Bartók, 1957), Orphée (Henry, 1958), Arcane II (Henry, 1958), Thème et Variations (música jazz, 1959) y Signes (Henry, 1959).


En 1959, una compañía formada por bailarines procedentes del Ballet de Milroad Miskovitch, el Western Theatre Ballet y el Ballet Théâtre, estrenan en el Théâtre Royal de la Monnaie de Bruselas la coreografía de Béjart Le Sacre du Printemps, con música de Stravinsky y Tania Bari y Germinal Casado como solistas. El éxito fue tan asombroso que a partir de ese núcleo inicial se creó al año siguiente el Ballet du XXe Siècle, con base en Bruselas, y a partir de 1970 la Escuela Mudra asociada, actualmente Rudra. En 1987, la compañía cambió su nombre por el de Béjart Ballet Lausanne y, en septiembre de 1992, después de quedar reducida a veinte bailarines, tomó el nuevo nombre de Rudra Ballet, con el cual debutó en Suiza a mediados del mes de diciembre.


Posteriormente volvió a denominarse Béjart Ballet Lausanne. La mayor parte de la obra coreográfica de Béjart fue creada para esta compañía: Bolero (Ravel, 1960), Les Quatre Fils d'Aymon (varios, 1961) coreografiada con Charrat, Les Contes d'Hoffmann (Offenbach, 1961), Les Sept Péchés Capitaux (Weill, 1961), Les Noces (Stravinsky, 1962), Venusberg (Wagner, 1963) segunda versión de Bacchanale de Tannhäuser (1961), Suite Viennoise (Schoenberg, Berg and Webern, 1962), Neuvième Symphonie (Beethoven, 1964), Mathilde (Wagner, 1965), Prospective (1965) donde se incluye Variations Pour un Porte et un Soupir (Henry, 1965), Romeo y Julieta (Berlioz, 1966), Messe Pour le Temps Present (Henry, 1967); A la Recherche de... (1968) donde se incluye Bhakti, Baudelaire (Wagner y Debussy, 1968), Ni Fleurs ni Couronnes (Tchaikovsky, 1968), sobre la música de La Bella Durmiente, Les Vainqueurs (Wagner, 1969), Nomos Alpha (Xenaquis, 1969) creado para Paolo Bortoluzzi, Actus Tragicus (Bach, 1969), Serait-ce la Mort? (R. Strauss, 1970) estrenada en Marsella, Offrande Chorégraphique (Bach, 1971), Le Chant du Compagnon Errant (Mahler, 1971), Nijinsky, Clown de Dieu (Tchaikovsky y Henry, 1971), Stimmung (Stockhausen, 1972), Golestan, ou Le Jardin des Roses (música tradicional iraní, 1973) estrenado durante las celebraciones de la fundación del imperio persa, Le Marteau sans Maître (Boulez, 1973) estrenado en la Scala de Milán, Tombeau (Boulez, 1973) que luego formaría parte del ballet Pli selon Pli (1975), Ce que l'Amour me Dit (Mahler, 1974), Seraphite (Mozart, 1974), Notre Faust (Bach, 1975), Acqua Alta (varios, 1975) presentada en el Festival Internacional de la Danza de Venecia, del que Béjart fue Presidente del Comité Artístico, Héliogabale, ou L'Anarchiste Couronée (Verdi, Bach y otros, 1976), Gaîté Parisienne (Offenbach y Rosenthal, 1978), Dichterliebe (Schumann y Rota, 1978) con Béjart en el papel de Poeta, Les Illuminations (Henry, 1979), La Flaute Enchantée (Mozart, 1981), Thalassa-Mare Nostrum (Theodorakis, 1982), Le Concours (varios, 1985), Le Martyre de Saint Sébastian (Debussy, 1986), Malraux, ou La Métamorphose des Dieux (Hugues Le Bars, 1986), Wien, Wien, Nur du Allein (varios, 1986) presentada en el Festival de Danza de Viena, Dybbuk (Schoenberg, 1988), 1789...et Nous (varios, 1989) para el Bicentenario de la Revolución Francesa, Mozart-Tango (Mozart, 1990), La Mort Subite (varios, 1991) presentada en el Festival de Ruhr, en la que el propio Béjart aparecía esporádicamente en diversas ocasiones, Tod in Wien (Mozart, 1991), Opéra (Verdi, 1991), Le Mandarin Merveilleux (Bartók, 1991), La Crucifixión (Stravinsky, 1991), Sissi, l'Impératrice Anarchiste (varios, 1992), Ballade de la Rue Athina (Hadjidakis, 1993) estrenada en Atenas, L'Art du Pas de Deux (varios, 1993), AmoRoma (Rota, 1993), King Lear - Prospero (Purcell y Hochstätter, 1994), L'Art du Pas de 2-Deux (varios, 1994), A Propos de Shéhérazade (Ravel y Korsakov, 1995), Barocco Bel Canto (música barroca del siglo XVIII, 1997), Titre à Venir (Bars, Gleason, Presley y Baudelaire, 1997), MutationX (Bars, Gleason y Zorn, 1998) estrenada en Moscú, Dialogue de l'Ombre Double (Boulez, 1998) y L'Heure Exquise (Mahler, Webern, Bach y Lehár, 1998). Su gran capacidad creadora le llevó a realizar coreografías para muchas otras compañías, entre ellas: Haut Voltage (Constant y Henry, 1956) para Les Ballets Janine Charrat, Le Voyage (Henry, 1962) para el Ballet de Colonia, basado en el "Libro de los Muertos" del Tibet, La Damnation de Faust (Berlioz, 1964), Renard (Stravinsky, 1965), L'Oiseau de Feu (Stravinsky, 1970), Arepo (Gounod, 1986) y Le Presbytère n'a Rien Perdu de Son Charme, ni le Jardin de Son Éclat (Queen y Mozart, 1997) para el Ballet de l'Opéra de París, Kabuki (Mayuzumi, 1986) y M (Mishima) (1993) para el Ballet de Tokio, y Ring um den Ring (Wagner, 1990) y Ich Stehe im Regen und Warte (1995) para el NDT3. En 1973 creó Je t'Aime, tu Danses de François Weyerganss, para un programa de televisión, en el cual bailó el mismo a Rita Poelvoorde.


Su faceta artística no se quedó sólo en la danza; es también autor de los libros: Mathilde, ou Le Temps Perdu (París, 1962), Maurice Béjart: Un instante dans la Vie (París, 1979) y Béjart par Béjart (París, 1979). Fue galardonado con el Gran Premio de Coreografía del Teatro de las Naciones (1960), Premio de la Fraternidad (1966), Premio Dance Magazine (1974), Premio Erasmus de Ballet Moderno (1974), Gran Premio de la Sociedad de Autores de Francia (1980), Premio de la Asociación de Acción Humanitaria "Together for Peace" (Roma, 1995) y Premio Kyoto de la Fundación Inamori (1999), entre muchos otros. Desde 1995 fue Miembro de la Academia Francesa.


En octubre de 2004 celebró cincuenta años de creación con una noche excepcional en La Scala de Milán, donde echó la vista atrás a su largo repertorio e hizo que los bailarines de su compañía, entre los que destacaron nuevas figuras españolas del ballet, como Rut Miró o Víctor Jiménez, interpretaran piezas que hacía mucho tiempo que no se veían en escena. El espectáculo recibió el nombre de "L'art d'etre grand-père" ("El arte de ser abuelo").


En diciembre de 2005, por su parte, estrenó "El canto de la danza", un espectáculo inspirado en el Zaratustra de Nietzsche; en él, el coreógrafo francés compone "un himno al cuerpo humano danzante, más allá de los siglos, las razas y las civilizaciones", todo ello aderezado con la música de Richard Wagner.


Autor

C. Paris / J. Bayo


Roland Petit Documental 2

El genial y famoso coreógrafo  francés Roland Petit relata su vida en la danza.


Roland Petit Documental 3

El genial y famoso coreógrafo  francés Roland Petit relata su vida en la danza.


Roland Petit Documental 4

El genial y famoso coreógrafo  francés Roland Petit relata su vida en la danza.


Serge Lifar

Suite en Blanc Teatro Colon parte 1

Esta es una antigua versión del bello ballet de Serge Lifar, que el ballet de Teatro Colón repuso periódicamente hasta mediados de los 80.

Suite en Blanc.  4 ago 2023

Ensayos Ballet Estable del Teatro Colón 

Coreografía: Serge Lifar

«Cada movimiento de danza es una síntesis, una armonía, un acorde ejecutado por la gran orquesta del cuerpo humano» 

Serge Lifar (1904 – 1986).

La historia de los Ballets Rusos (1909-1929)

Cortesía de Azul Ludmila

Título: 'Visages Contemporains - Serge Lifar'.

El director de ballet Serge Lifar hablando con Jean Cocteau. Varios planos durante los ensayos del ballet "Canción del amanecer" con Lifar dirigiendo. 

Fecha encontrada en el antiguo registro - 08/04/1963. 

Fuente: http://www.britishpathe.tv/


Antony Tudor

Arriba y abajo el Pas de Deux “The Leaves Are Fading” arriba Kirov Ballet at the Royal Opera House Covent Garden (Arriba)  y abajo una adaptación adapted by Monica Ventura

Sylvie Guillem - Jardin aux Lilas (Lilac Garden)

Sylvie Guillem interpreta la coreografía de Antony Tudor, Jardin aux Lilas o el Jardín de Lila. La historia se desarrolla en la época eduardiana y trata sobre una mujer que debe casarse por conveniencia, no por amor. Está en una fiesta de jardín nocturna, despidiéndose de sus amigos y especialmente de su amante. Jonathan Cope interpreta a su amante, Christopher Saunders es el hombre con el que debe casarse y Nicola Tranah es la mujer del pasado.


Fuente: https://www.youtube.com/@TheBunduBallerina

Jerome Robbins

Stephane Bullion - Agnes Letestu - In the night

Stéphane Bullion & Agnès Letestu

Deuxième pas de de deux de In The Night

Chorégraphie Jerome Robbins

Musique Frédéric Chopin, Nocturne Opus 55, n°1. Ballet de l'Opéra de Paris, 2010

Documental sobre JEROME ROBBINS

Fuente: Mundo Danza Tv

Tease: West Side Story 1960

Tease: West Side Story 2021

Kenneth MacMillan 1951 ©Roger Wood / ROH Archives.

Kenneth MacMillan, coreógrafo y bailarín británico.

Royal Ballet rehearsals – Kenneth MacMillan rehearsing Desmond Dole and Lynn Seymour at the Baron ‘ s Court Studio , West London .

1963.

How Kenneth MacMillan turned Romeo and Juliet into a ballet (The Royal Ballet). La conmovedora puesta en escena de Kenneth MacMillan de la clásica partitura de Sergey Prokofiev resalta la intensidad emocional y psicológica del cuento. 


Romeo y Julieta contiene tres apasionados pas de deux: el primer encuentro de los amantes, la famosa escena del balcón y la devastadora tragedia final, en la que Romeo baila desesperadamente con la inerte Julieta. La historia se desarrolla en una maravillosa evocación de Verona en el siglo XVI e incluye un bullicioso mercado que estalla en una violenta pelea de espadas y un lujoso baile celebrado en una elegante mansión.


Romeo y Julieta de MacMillan llegó por primera vez a Covent Garden en 1965. 


Rudolf Nureyev y Margot Fonteyn interpretaron los roles principales en la noche de apertura, aunque MacMillan originalmente había creado la obra para Lynn Seymour y Christopher Gable. 


Sin embargo, la actuación de Fonteyn y Nureyev tuvo una recepción entusiasta, con 43 llamadas al telón y casi cuarenta minutos de aplausos. El ballet ha sido el corazón del repertorio de la compañía desde entonces, acumulando más de cuatrocientas representaciones. Esta producción clásica ha sido presentada en giras alrededor del mundo y en 2011 fue adaptada para presentaciones a gran escala en el O2 Arena.


ROMEO AND JULIET - Full ballet with Rudolf Nureyev & Margot Fonteyn, music by Sergei Prokofiev, 1966

AUDITORIO LUIS ELIZONDO

Manon (Pas de Deux)

Bailarines: Dorothée Gilbert & Marcelo Gomes

Coreografía: Sir. Keneth MacMillan

Música: J. Massenet


Cortesía:

MTYIBG - Por la Danza, SA de CV

Manon – Act I, 'Bedroom' pas de deux (The Royal Ballet)

Marianela Nuñez as Manon and Federico Bonelli as Des Grieux


Kenneth MacMillan’s


ARGUMENTO DE MANON

Es considerado uno de los ballets más dramáticos y devastadores de todos, basado en la novela del Abate Prévost escrita en 1731. La fuente original de Manon, la célebre novela L’histoire du chevalier des Grieux et de Manon Lescaut, provocó un escándalo cuando fue publicada debido a la supuesta inmoralidad de sus dos protagonistas. Desde entonces la historia de Manon ha inspirado numerosas adaptaciones, incluidas óperas de Jules Massenet y Giacomo Puccini y una película de Henri-Georges Clouzot. La historia se desarrolla en torno a dos adolescentes, una atractiva muchacha destinada al convento y un noble de provincia que se enamora perdidamente de ella, que a causa de su amor huyen a París. Allí, la cruda realidad pone al descubierto sus auténticos caracteres: Manon, una joven hermosa e impulsiva que aspira al lujo y a la comodidad, pero también anhela al amor; y Des Grieux, un joven de origen noble, dedicado al estudio eclesiástico, despreocupado por los temas mundanos, cuyas únicas pasiones son la lectura y Dios, hasta que ve a Manon y a partir de ese momento, no logra concebir su vida sin ella.

Roland PETIT (1924-2011)

Roland Petit SOBRE LA DANZA CLÁSICA

Juan José Farina

Pequeño fragmento del coreógrafo Roland Petit explicando posiciones y movimientos de la danza clásica junto con la bailarina Agnes Letestu, 1987.

CARMEN Un ballet de Roland PETIT. Con Michael Barisnikov y Zizi Jeanmaire (esposa de Roland Petit)


Coppelia de Roland Petit con la bailarina Cubana Loipa Araujo.


El joven y la muerte (Le jeune homme et la mort)


Uno de los ballets mas célebres de Roland Petit, con libreto de Jean Cocteau y música de Johann Sebastian Bach (Passacaglia en do menor, BWV 582).

Se estrenó el 25 de junio de 1946 por los Ballets de los Campos Elíseos (Les Ballets des Champs-Élysées). 


Ballet creado para Jean Babilee, primer bailarín de la compañía, quien lo bailó en el estreno junto a su mujer, Natalie Philippart. En 1966, su mujer Zizi Jeamarie lo bailó con Rudolf Nureyev. En 1975, Mijail Barishnikov lo bailó con el American Ballet Theatre y en 1985 en el inicio de la película "White Nights".


Este ballet refleja la teatralidad y la sensualidad de su propio universo. Exaltación del amor, de la pasión y de la muerte. Drama y erotismo en este pas de deux, donde ella le atrae hacia la locura y la muerte.


Argumento


El protagonista es un joven que, solitario en su modesta habitación, fuma envuelto en sus pensamientos y su soledad. De repente aparece una chica, que con paso enérgico irrumpe en la habitación. El joven intenta manifestarle su repentina pasión, pero ella lo rechaza violentamente y desdeñosamente y antes de desaparecer, le prepara una soga con un nudo que cuelga de una viga. El, al sentirse solo de nuevo, se desespera y finalmente acepta la invitación al suicidio y se ahorca. Se desvanece la habitación y se ve al joven ahorcado en un tejado de París, con la Torre Eiffel al fondo. Una joven con una máscara se acerca al cadáver y lo desciende de la horca : es la muerte que viene a llevárselo y la joven es la misma chica de la habitación. Le coloca la máscara al joven y ambos se marchan lentamente de la escena.















DOCUMENTAL MAURICE BEJAR

Programa PASOS CAMBIADOS RTVE


https://www.rtve.es/play/videos/programas-y-concursos-en-el-archivo-de-rtve/maurice-bejart-pasos-cambiados-2003/1566219/