Massenet consigue dar realidad musical y color adecuado a los distintos grupos sociales y a los variados ambientes de la joven Manon.
Argumento
Acto I
Se trata de la historia de dos adolescentes –una atractiva muchacha destinada al convento y un noble de provincias que se enamora perdidamente de ella– que huyen a París, donde la cruda realidad pone al descubierto sus auténticos caracteres: Manon, mujer ambiciosa que aspira por encima de todo al lujo y a la comodidad, hasta llegar a la traición y prostitución, mientras Des Grieux, ingenuo y débil, cae en el juego de los tahúres y la violencia.
Manon, de Jules Massenet (1884), es un verdadero paradigma del ballet francesa, se basa en L’histoire du chevalier des Grieux et de Manon Lescaut del abbé Prévost (Amsterdam, 1731) y es una de las más fieles al original entre las existentes del mismo tema.
Se trata de la historia de dos adolescentes –una atractiva muchacha destinada al convento y un noble de provincias que se enamora perdidamente de ella– que huyen a París, donde la cruda realidad pone al descubierto sus auténticos caracteres: Manon, mujer ambiciosa que aspira por encima de todo al lujo y a la comodidad, hasta llegar a la traición y prostitución, mientras Des Grieux, ingenuo y débil, cae en el juego de los tahúres y la violencia. Lo que en la novela es la deportación a Louisiana de Manon, donde muere en brazos de su amante arrepentido, se limita aquí al intento de liberar a la muchacha por parte del noble en el muelle de L’Havre, donde ella muere de fatiga.
Personajes principales:
Manon, una joven coqueta amante del lujo y los placeres.
Le Chevalier des Grieux, un joven noble que se enamora desesperadamente de Manon, contra los deseos de su padre.
Lescaut, el primo de Manon, que tiene la responsabilidad de vigilarla, pero pasa más tiempo en la mesa de juego con su siempre variable interés en el amor.
Georonte de Ravoir, anciano y rico tesorero.
Lescaut aparece y salva la situación, pero pronto la deja sola de nuevo y Manon muestra ya en un monólogo algunos rasgos fundamentales de su carácter, como la coquetería y la admiración rendida por el lujo. Sigue la escena decisiva del encuentro del joven caballero Des Grieux —que ha perdido la diligencia que lo había de reunir con su padre— y Manon, en la que el noble queda de inmediato fascinado por la muchacha y ella queda también seducida por su dulce mirada.
Acto II
En una posada de Amiens, lugar de cambio de las caballerías de posta, se nos presentan los principales protagonistas del drama. Primero, dos nobles, el rico y senil Guillot de Morfontaine —acompañado por tres prostitutas de lujo: Poussette, Javotte y Rosette— y el recaudador de impuestos M. de Brétigny, que se han detenido allí para comer. Llega una diligencia con buen número de burgueses y Lescaut, miembro de la guardia real, hombre pretencioso e insolente, aficionado al juego, que dice esperar a su prima Manon, que viene en el coche de Arras. Efectivamente, llega Manon, joven y bella, a quien las emociones de su primer viaje le han hecho casi olvidar que se dirige a un convento donde ha de pasar el resto de su vida. Guillot queda prendado de la belleza de Manon y aprovechando la ausencia del primo, ocupado en una sesión de juego, le ofrece crudamente un coche de postas que ha alquilado para ir con él a París si quiere ser su amante.
El apasionado dúo amoroso entre los dos jóvenes, en el que ella expresa la tristeza por su negro futuro en un convento, se resuelve con la voluntad de él de salvarla y la repentina decisión de utilizar el coche que había ofrecido Guillot para huir juntos a París y empezar una nueva vida. Lescaut, que ha perdido su dinero, y Guillot se indignan ante la huida y prometen venganza ante las burlas de sus amigos.
En el modesto apartamento de París donde viven los jóvenes enamorados, se evidencia su actitud totalmente antagónica. Des Grieux, enamorado locamente de Manon, escribe a su padre explicando las cualidades de la muchacha y pidiéndole permiso para casarse con ella. Manon, en cambio, no soporta las dificultades económicas que vive con el estudiante y acepta en secreto las atenciones del rico recaudador de impuestos M. de Brétigny, que hemos conocido en el primer acto. Se presenta Lescaut, el primo que ejerce de alcahuete de Manon, acompañado por Brétigny, disfrazado de militar, con la excusa de velar por el honor de su familia y con una indignación simulada por el escándalo de la vida de los dos jóvenes. Des Grieux lo calma fácilmente al mostrarle la carta al padre pidiendo el permiso de matrimonio y Brétigny, en un aparte, avisa a Manon que aquella misma noche Des Grieux será raptado por orden de su padre.
La deslealtad de Manon, que se muestra muy sumisa a las intenciones del recaudador de hacerla suya y darle la vida de lujo que se merece, es muy evidente. Cuando se queda sola —Des Grieux sale a enviar la carta— canta los sentimientos contradictorios que la dominan, la lástima por el amante al que está traicionando y el sueño egoísta de un futuro lleno de riqueza. También muestra cierta nostalgia por un tiempo feliz, en la famosa aria «Adieu, notre petite table», y cierta angustia ante el futuro. Retorna Des Grieux, ingenuo y enamorado, y le explica sus sueños, interrumpidos por un pelotón que llama a la puerta y se lo lleva a la fuerza dejando a Manon con un fuerte sentimiento de tristeza y culpabilidad.
Acto III
El primer cuadro, en los jardines de Cours-la-Reine, un día de fiesta popular, nos muestra el triunfo que la cortesana Manon Lescaut, protegida por el recaudador Brétigny, ha alcanzado en la frívola sociedad parisiense. En un abigarrado conjunto de vendedores, burgueses, músicos y saltimbanquis, encontramos de nuevo a las amigas de Guillot, que engañan descaradamente a su protector, y a un Lescaut eufórico porque ha ganado mucho dinero en el juego, galanteando con una de ellas, Rosette. Guillot también llega y quiere deslumbrar a Manon, a la que no ha olvidado desde la posada de Amiens, y ha contratado el ballet de la Opéra para que le dedique una sesión de su arte. En una lujosa carroza y con un séquito de criados se presenta Manon y canta una brillante aria sobre como es agradable ser bella y aclamada, con una pizca de melancolía sobre el paso del tiempo y la juventud efímera. A partir de una conversación entre el conde Des Grieux, padre de su antiguo enamorado, y Brétigny, Manon se entera de que el joven Des Grieux, desengañado del mundo, ha decidido vestir los hábitos en el seminario de Saint-Sulpice. Consigue hablar a solas con el conde, que se muestra cauto en sus confidencias y afirma que Des Grieux ha olvidado sus amores. El ballet de la Opéra ejecuta sus refinadas danzas ante la satisfacción de Guillot y los presentes, pero Manon ha quedado tocada y se despierta en ella el ansia de volver a ver a su joven amante. Pide la carroza y se hace llevar a Saint-Sulpice.
El segundo cuadro transcurre en el locutorio del seminario de Saint-Sulpice, muy austero, donde una serie de damas devotas cantan las excelencias morales y oratorias del abbé Des Grieux. Llega después el conde Des Grieux y sostiene una intensa entrevista con su hijo en la que le pide que reflexione antes de dar el paso decisivo hacia el sacerdocio, que sería bueno para él tener una vida normal, con mujer e hijos, y la consideración de los suyos, pero el joven Des Grieux se muestra firme en su vocación y emociona al padre, que le ofrece la parte de la herencia de su madre que le corresponde como dote.
Cuando el conde se ha ido, el joven abbé se muestra más inseguro y canta una bella aria en la que se evidencia que el recuerdo de Manon no sólo no lo ha abandonado sino que, además, le obsesiona. La escena entre Manon y Des Grieux cierra el acto. La muchacha se muestra primero culpable y arrepentida y le suplica que vuelva con ella. El rechazo inicial del antiguo amante, inicialmente firme y decidido, se transforma pronto, con los dotes de seducción que despliega Manon, en una batalla perdida, y Des Grieux ha de confesar la pasión total que siente por ella.
Los dos amantes huyen de nuevo hacia un futuro incierto.
Acto IV
La acción tiene lugar en la famosa casa de juego del Hôtel de Transylvanie, frecuentada por la buena sociedad de París de manera discreta, pues el juego estaba prohibido en esa época. Encontramos de nuevo a Lescaut, que parece estar en un buen momento de suerte, y las inevitables amigas de Guillot, que lo acompañan con frecuencia en este escenario. Pronto llegan Manon y Des Grieux, él obligado por ella, con una incomodidad evidente y un cierto rencor que expresa en un aria donde confiesa el amor y el odio que a veces le inspira su amante, cuando muestra su pasión por el oro y los placeres. Manon le recuerda que su fortuna ha desaparecido y que solo el juego se la puede retornar de manera inmediata. La intervención de Lescaut se suma a las coacciones de Manon y Des Grieux acepta a disgusto una propuesta desafiante de Guillot que sigue resentido con esta pareja y desea vengarse. Manon canta, mientras, un aria que celebra la embriaguez que proporciona el juego y el ruido de las monedas de oro con un hedonismo que evoca, sin embargo, el paso imparable del tiempo, el carácter efímero de la juventud y la belleza.
Lescaut ha perdido finalmente su dinero y Des Grieux ha derrotado totalmente a Guillot y por unos momentos se siente radiante. Pero el drama se produce de inmediato, el rico viejo asegura con el testimonio de sus amigas que Des Grieux ha hecho trampa y sale a buscar a la policía. Manon intenta escapar, Des Grieux defiende con orgullo su honor, todos los presentes intentan restablecer la calma, pero de repente se oyen unos golpes en la puerta. El policía entra acompañado de Guillot, que tiene palabras crueles hacia los dos amantes y Des Grieux intenta agredirlo. Llega inesperadamente el conde Des Grieux, quien se dirige a su hijo con rigor y ordena que lo detengan, pero lo avisa discretamente de que pronto será liberado. Manon cae desmayada y los presentes quedan conmovidos.
Acto V
En el camino que conduce a El Havre, Des Grieux espera impaciente el pelotón de guardias que llevan las prostitutas condenadas al exilio de Luisiana. Lescaut llega y le hace saber que el complot que había preparado para liberar a Manon ha fracasado. Pasa el pelotón, que canta una canción militar y Lescaut consigue sobornar a un sargento para que permita que Manon, que está muy enferma, pueda hablar privadamente con Des Grieux. La última escena está constituida por el dúo entre los dos amantes, con una música melancólica, onírica, que recoge algunos de los motivos musicales de la ópera.
Manon está físicamente y moralmente destrozada, evoca un pasado doloroso del que se siente responsable y quiere ser perdonada, mientras Des Grieux intenta negar la realidad y darle hasta el fin la ilusión de un futuro posible.
Ante la desesperación del joven enamorado, ella muere en sus brazos diciendo«Et c’est l’histoire… / de Manon Lescaut!…».
Adam Bull, Lucinda Dunn “Manon”, 2014 The Australian Ballet
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