“DIANA Y ACTEÓN”

Certamen Burgos New York 2009. Diana y Acteón interpretado por Joel Carreño y Yolanda Correa en la Gala de apertura del 8º Certamen Internacional de coreografía Burgos “ New York. Fotografía: Gerardo Sanz. Teatro Principal de Burgos.

PAS-DE-DEUX DENOMINADO DE “DIANA Y ACTEÓN”

(INTERPOLADO AL BALLET “LA ESMERALDA”)

COREOGRAFÍA DE AGRIPPINA VAGANOVA Y MÚSICA DE RICCARDO DRIGO.


Este es uno de los pas-de-deux de mayor difusión en los últimos años del siglo veinte, aunque su creación data de muchas décadas atrás. Al estar destinado al virtuosismo técnico de sus dos intérpretes, y aquello ser una de las mayores atracciones de nuestra época, gran parte de las estrellas de la actualidad han contribuido a popularizarlo. En particular citemos uno bien conocido por nosotros en América del Sur: Maximiliano Guerra, de recordado brillo junto a la brasileña Cecilia Kerche.

En realidad “La Esmeralda”, fascinante y romántica obra de Jules Perrot sobre el libro de Víctor Hugo “Nuestra Señora de París”, data de mediados del siglo XIX, y sobre música de Cesare Pugni. Cuando este ballet fue remontado en Rusia por el mismo Perrot, obtuvo gran éxito, de manera tal que Marius Petipa decidió llevarlo nuevamente al escenario, a fines del decimonónico siglo.

Petipa había sido fiel a las ideas románticas de Perrot, pero acuciado por los gustos del público decidió ampliar los consabidos dos actos y llevarlos a tres. Él introducía en la ampliación fragmentos de gran virtuosismo, deseado por el público ruso. Pero claro está, apenas si tenían que ver estas partes con el argumento específico de la obra. Por el contrario, debilitaban la línea argumental pues poco tenían que ver con la acción. Eran verdaderas interpolaciones, con música adicional que encargaba el maestro Petipa a otros compositores, a quienes daba estrictas órdenes sobre la métrica y el ritmo de estos fragmentos. Ciertamente, sólo debían tener por objeto la exaltación y perfección técnicas de cada paso coreográfico.

Cuando el siglo diecinueve ya se aproximaba a su fin, Petipa remontó “La Esmeralda” de Pugni-Perrot, y con ánimo de llevar el festejo y la ovación a sus principales estrellas, diseñó el pas-de-deux de “Diana y Acteón”. ¿Qué relación tenían dos dioses de la mitología griega con la dramática historia medioeval de la gitana Esmeralda, salvada del avance de un lujurioso clérigo de Notre-Dame de Paris por el jorobado Quasimodo?...

La respuesta es obvia: Ninguna relación. Pero de repente, y en medio de la algarabía popular celebrada en el Parvis (plaza seca frente a la histórica Catedral de París), aparecían estos “dioses” bailarines que afrontaban las más fuertes proezas técnicas, a modo de “divertissement”. Como bien es sabido, la diosa Diana ha sido habitualmente representada como cazadora, con arco y flecha. Ella se habría estado bañando desnuda mientras era contemplada curiosamente por Acteón. Enojada ante la sorpresa, dispara un flechazo a aquél que lo hiere gravemente, lo que da paso a una metamorfosis tan habitual en la mitología de los griegos: Acteón se convierte en ciervo... Al aparecerle la cabeza de gamo, los perros de caza de Diana se arrojan sobre él. La desgarradora escena inspiró al célebre pintor renacentista Tiziano Vecelli quien hizo de ella su último cuadro, hallado inmediatamente después de su muerte.

Sin embargo, ninguna impiadosa acción se desprende del pas-de-deux, aunque en él sea habitual que Diana se desplace con su arco, y Acteón intente atenuar su mirada ocultándose tras sus brazos... Esto no siempre se cumple, empeñándose más los artistas de la danza en el brillo de sus pasos, con grandes desplazamientos aéreos, evidente muestra de la influencia de la técnica italiana enseñada por Enrico Cecchetti. Ésta complementó lo que ya se enseñaba en la Rusia Imperial hacia fines del siglo XIX: la refinada y noble tradición francesa, y de esa exquisita mélange surgió la famosa escuela rusa.

Para sustentar musicalmente el pas-de-deux, Petipa encargó la música al notable compositor y director de orquesta italiano Riccardo Drigo, quien vivía en San Petersburgo y colaboró con el Ballet Imperial hasta 1917, momento crítico de Rusia, en que decidió salir de ese país y retornar a su Padova (Padua) natal. Fue también director musical de la Compañía de Ballet de Anna Pavlova, hasta que murió en 1930. Entre sus melodiosas músicas inolvidables está la famosa serenata de Arlequín de “Los Millones de Arlequín”, “La Flauta Mágica”, “Las Píldoras del Diablo”, y la música adicional para la gran reposición de “El Corsario”, a cargo de Marius Petipa.

En “Diana y Acteón” pueden observarse ciertas características de la producción musical de Drigo: influencia operística italiana, perfecto soporte musical de la coreografía, ritmo exacto, ciertos momentos de grandilocuencia musical que pueden alternarse con momentos melodiosos de gran sensibilidad y ternura (como en la referida Serenata), uso del arpa como elemento meloso en la partitura...

Este pas-de-deux fue retomado ya avanzado el siglo XX por la ex bailarina del Ballet Imperial Agrippina Vaganova, famosa pedagoga que sistematizó y ordenó los conocimientos técnicos de la escuela rusa después de producida la revolución de 1917. Ella –por contraposición a la mayoría de sus colegas- se quedó en el suelo natal y su nombre lleva hoy la antigua Escuela Imperial de Ballet de la calle del Arquitecto Rossi, de San Petersburgo. Vagánova incursionó sobre las formas que Petipa dio a este pas-de-deux, dotándolo de pasos de gran elevación, y de cierto cuño acrobático, en un estilo muy propio del ballet que primó en la Unión Soviética hasta su desaparición política en 1990.

“Diana y Acteón” tuvo una de sus primeras apariciones en el escenario del Teatro Colón de Buenos Aires en los comienzos de la década de 1980, con el debut de la pareja Cynthia Gregory-Fernando Bujones, ambos del American Ballet Theatre. Su desempeño fue magnífico, tanto técnico como interpretativo, aunque también se recuerda aún la actuación porque el día del estreno, en medio del pas-de-deux, y ante una agónica ejecución por parte de la orquesta del Teatro, Bujones avanzó desde el fondo del escenario hacia el borde, batiendo palmas e incitando al director a agilizar la ejecución con tempi bien marcados. Inusitada escena ésta que no se ha repetido en veinte años…


Certamen Burgos New York 2009

Certamen Burgos New York 2009

Certamen Burgos New York 2009

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Certamen Burgos New York 2009

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Certamen Burgos New York 2009

Certamen Burgos New York 2009

Diana y Acteón interpretado por Joel Carreño y Yolanda Correa en la Gala de apertura del 8º Certamen Internacional de coreografía Burgos “ New York. Fotografía: Gerardo Sanz. Teatro Principal de Burgos.


PAS-DE-DEUX de “EL CORSARIO”


Musica de RICARDO DRIGO, habitualmente presentado con coreografia de acuerdo a la de MARIUS PETIPA

En 1856 se habia estrenado en la Opera de Paris el ballet “El Corsario” con musica de Adolphe Adam y coreografia de Jean Mazilier. Era una ballet pleno de encantos románticos, entre los cuales estaba un naufragio en medio de una borrasca, al final de la obra. Años después, Jules Perrot llevo la obra a Rusia, donde Marius Petipa era el principal bailarin. El interpretó el papel de Conrad en la versión de Perrot.

Ya casi terminado el siglo XIX el propio Petipa -ya un creador coreografico de relieve- decidió remontar el mismo ballet dada su repercusión anterior y la atracción del dramático naufragio. Reubicó escenas y agregó más musica dado el criterio academico de extender las obras con fragmentos de técnica virtuosa. Para ello hubo de contar con la inestimable ayuda de Ricardo Drigo –entre otros-, quien compuso el ya famoso pas-de-deux integrado por el adagio, las variaciones femenina y masculina, y la coda final de gran lucimiento. En 1899 fue bailado por Pierina Legnani como Medora, con el esclavo Ali (Teatro Mariinski, San Petersburgo) y obtuvo un gran éxito.

Después de muchos años de reponerse, incluso en la época posterior a la revolución de 1917, la obra no volvió al escenario, aunque quedó en la memoria de muchos. En la década de los años 1950, Piotr Gusev como coreógrafo, con el critico Iuri Slonimski como libretista, rehizo todo el ballet de acuerdo a su concepción basada en la línea clásica de Petipa, y pasó a formar parte del repertorio del Ballet Kirov. En 1999 engrosó el acervo del Ballet del Teatro Colón de Buenos Aires. En la versión de Gusev lo que nosotros conocemos como pas-de-deux resulta un pas-de-trois entre Conrad, su esclavo Alí, y Medora, para lo que se insertó una variación especial. Ricardo Bustamante produjo un versión del famoso ballet, la que estrenó con el Ballet del Teatro Municipal de Santiago de Chille, en 2001.

No podemos dejar de recordar la profunda huella artística de Rudolph Nureyev y Dame Margot Fonteyn quienes interpretaron el pas-de-deux con musica de Drigo, eliminando la variación femenina y agregándole la musica de la reina de las Driadas de “Don Quijote” de Minkus, con coreografia de Petipa-Gorski. Esta variación era evidentemente mejor bailada por Margot. Nureyev daba a este fragmento celebre una interpretación briosa y brillante, pocas veces vista en el Occidente. Recordemos que su conocida fuga alejándose de la troupe del Kirov se produjo en París, durante una gira, en el año 1961.

Entre aquéllos que nos legaron notables actuaciones en el pas-de-deux de “El Corsario” se encuentra Mijail Baryshnikov, quien lo llevó al escenario del Colón en 1979 con Patricia MacBride.


ENRIQUE HONORIO DESTAVILLE - Crítico e Historiador de Ballet y Danza. Especialmente para la página web de Sara Nieto.

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